Mi capacidad para distraerme es ilimitada.
Esta tarde nos juntamos a tomar un café con mis amigas L y R. Venía todo bárbaro hasta que se pusieron a hablar de Cosas Serias, con palabras tales como "contract manager", "empresa", o "desayuno de negocios" y de repente yo me encontré pendiente de un cuarteto de palomas que se habían posado en la mesa de al lado y habían iniciado una guerra campal por unos restos de sandwich. Hacían ruido, se movían, chillaban (siempre hablo de las palomas), sobreactuaban esos aleteos fuertes que hacen los pájaros para intimidar al adversario, como los gatos cuando se paran en dos patas. Eran unas palomas guerreras y violentas, de esas grandes, que casi parecen gallinas.
En un momento dos de ellas se trenzaron en una batalla sangrienta por un jirón de jamón crudo y tiraron el servilletero al piso. Ahí me sobresalté y empecé a flashear con una suerte de remake de "Los pájaros" de Hitchcock pero en versión paloma del microcentro, bicho sucio y arrabalero si los hay.
Me imaginé que las cuatro palomas detenían la lucha en el mismo instante y me miraban, con esos ojos sin párpados que tienen, y empezaban a chillar las cuatro al mismo tiempo. Primero bajito, como entre ellas, planeando una estrategia. Después más alto, más, y más, y empezaban a batir las alas, y después una por una se iban acercando y volaban a mi alrededor, hasta que en un momento empezaban a tirarme picotazos al pelo y me obligaban a agarrarme la cabeza con las dos manos y salir corriendo de ahí.
Mientras tanto, mis amigas ya habían pasado al tema "fiesta de fin de año" y debatían qué tipo de zapatos quedarían mejor con un vestido de cocktail.
![]() |
Ilustración via dustglitterrain |